CUARTETO CEDRÓN - LA LIJA - DEL GALLO CANTOR. CANTATA

Tata Cedrón sobre la Cantata

–¿Qué es lo que queda de la Cantata del Gallo Cantor? Podría hacerte la misma pregunta sobre “Chances”...

–Sí, la otra cantata. Cuando van pasando los años, si la obra como tal texto-música-canto se mantiene, pienso que sí. Es como… “El aromo” de Yupanqui. O “Sur”. “Sur” cuenta historias, cuenta un barrio, cuenta un amor, una esquina, una calle, personajes, el herrero, cuenta paisajes en la noche, las lunas suburbanas, el olor a alfalfa, todo eso fue real y quedó como leyenda, como leyenda de algo que fue, y amado, y sigue siendo extraordinario y amado, porque hoy día ves el paredón, hoy día ves “la esquina del herrero barro y pampa”, la casa de Juana la rubia, aunque desaparezca. Siempre alguien va a decir “ahora acá hay edificios, rascacielos y acá vivía Juana la rubia”, aunque quede abajo de un edificio moderno. Y con la cantata va a pasar lo mismo. Para mí es una obra de arte, poemas y música e interpretación, de algo que fue como un paisaje, como el paisaje de “Sur”. No minimizo la masacre de Trelew, ni el obrero triste de ferrocarril, ni la mujer que escribió la carta, una detenida, es real esa carta, pero se transforma en algo que representaba… Es un paisaje que fue verdadero, como el paisaje de “Sur”. Lo que pasó en Trelew fue verdad, la mujer de la carta fue verdad, lo de Marcos fue verdad, lo de los compañeros, el final en Chances, todo eso fue verdad. “Seguí viviendo vos” fue un sentimiento verdadero, que un compañero te diga “seguí viviendo vos” fue verdadero, existía ese sentimiento. Existía, o sea que va a seguir, no se va a borrar, lo que va a quedar, casualmente, es eso. Y va a quedar porque fue una semblanza tomada por artistas que vivieron eso, que se emocionaron con eso, que fueron conmovidos por eso.

Tata Cedrón
en diálogo con Antonia García Castro
Cuarteto Cedrón. Tango y Quimera, Corregidor, 2010

LA LIJA sobre La cantata

Entre la generación de los 60` y 70` que caracterizó a una época por su concepción del mundo, su lucha y su actividad política y cultural y las generaciones que la sucedieron, prevaleció durante mucho tiempo una distancia mucho mayor a la que los separaba en años, realidades y experiencia. Había, y hasta un punto todavía hay, un abismo separándolas que sólo se explica por lo que sucedió durante la última dictadura cívico militar y por el proceso neoliberal que la siguió. La derrota que el campo popular sufrió y el particular modo de represión que se desató sobre él, en su modalidad desaparecedora, dejó, en la política como en el ámbito de la cultura popular, vacíos consistentes que colaboraron en agrandar la distancia entre la generación militante y las siguientes. Las generaciones de posdictadura fueron arrojadas a una realidad formalmente desvinculada de su pasado, tanto político como cultural.

“Del Gallo Cantor. Cantata” que corrió la suerte de sus autores, fuera del país que es el escenario de sus personajes, capta ese espíritu, ese momento y el ademán de la generación militante en esa encrucijada y, como una obra que además de poseer connotaciones políticas es un hecho de arte perfecto en su género, logra hacer trascender ese gesto e independizarlo de su coyuntura política y es capaz de revelárnosla fresca y fiel aún. De la Cantata, que se inscribe en la tradición de “Atawallpa”, de la “Cantata Santa María de Iquique”, se puede deducir un mundo, sus utopías y distopías, lo que de sin tiempo hay en ciertas cosas que son muy de su tiempo.

La compañía La Lija, como parte de una de las generaciones de posdictadura, se acercó a la Cantata valorándola en esta doble acepción, la de una obra mayor y la de símbolo a ser erigido de esa generación cuya verdad e imagen última intentaron borrar de la historia. Nosotros creemos que ella nos devuelve la imagen del rostro desaparecido pero vigente de nuestros mejores mayores. Es un acto de justicia para con ella y para con la generación paterna repatriarla a la sensibilidad argentina de la mano de sus autores y, va de suyo, un honor y la mayor prenda para nosotros. Vemos en el hecho de esta interpretación de la Cantata entre el Cuarteto Cedrón y La Lija que, tan indetenible como el canto del gallo cantor y la llegada del día, es el beso de los labios de la herida generacional en un cicatrizar lento, pero real y posible. Vaya esto como prueba de tanto.